Reseña de Querido Evan Hansen

 Hoy va a ser un gran día

Introducción

Querido Evan Hansen es una novela que trata sobre un chico que, como el título indica, se llama Evan Hansen. Bueno, es más bien uno de esos casos en los que a uno no le gusta su nombre completo – Mark Evan Hansen – y escoge una versión distinta de este. 

Es ficción realista, tomando lugar en nuestro mundo moderno. La trama gira en torno a que, a base de casualidades, un malentendido y las pésimas habilidades sociales de Evan, el chico se ve envuelto en una mentira que crece y se descontrola. 

Sus temas principales son la salud mental, el suicidio y el sentirse solo y aislado. Esto lo acompaña de personajes extremadamente realistas y complejos, una trama atrapante y un sentido del humor sarcástico que suele quedar en boca de un adolescente, similar a Percy Jackson. Todo en una buena primera persona. 

Recomiendo el libro fácilmente y, con lo más básico dicho, vamos a profundizar un poco. A partir de aquí habrá spoilers. 

Fortalezas

Como he dicho, la historia es realista, muy realista. Cada personaje se siente como una persona, pero todos logran ser interesantes. No me sorprendería cruzarme a una copia de Heidi o Jared en la cola del supermercado o desayunando en el bar de mi barrio.

La forma en la que se presentan es perfecta. En apenas unas líneas se deja claro quién es cada uno de ellos. Por ejemplo, lo primero que hace Heidi, en la primera escena, es intentar guiar a Evan. La primera frase que suelta Jared es un chiste sexual, y además Evan menciona que se rio cuando mostraron fotografías del Holocausto en clase (en defensa de Jared, dice que se estaba riendo de otra cosa, y es judío). También está Alana, que le hace una pregunta rápida sobre su verano a Evan y pasa a hablar de lo que ha hecho ella a toda prisa. 

La trama se construye muy bien. La tensión se eleva a medida que progresa, y hay partes en las que genuinamente me preocupaba por los personajes. Lo mismo para el misterio de cómo Evan se rompió el brazo, para el que tenemos pocas pistas, pero, cuando se revela la verdad, todo cobra sentido.

La cuestión moral

Ahora vamos a hablar de los problemas “éticos” por llamarlos de alguna manera.

Una queja habitual de esta novela, y también del musical en que se basa, es que Evan consigue todo lo que logra mintiendo. Y sí, es verdad, pero hemos de tener en cuenta que Evan no tiene malas intenciones, que empieza a hacerlo por la presión externa y porque su ansiedad no le permite plantarle cara al malentendido que lo empieza todo.

Estamos ante un caso que se denomina “el personaje es la tragedia”, cuando los sucesos terribles de una trama no sucederían si el personaje fuera distinto.

Un ejemplo clásico de esto son Hamlet y Otelo. Si pusiéramos a Hamlet en la trama de Otelo, no haría nada drástico, hablaría las cosas con su esposa y no se dejaría engañar por Yago, y algo semejante a la inversa. El defecto de uno es la virtud del otro.

Hagamos esto con Querido Evan Hansen y... Nacidos de la bruma, venga.

Pensemos en Vin, la protagonista del segundo. Su novela es de fantasía, pero vamos a asumir que aquí es una alumna de secundaria más, mas con su personalidad de siempre. Ella desharía el malentendido enseguida, no dudaría en decirle a los Murphy algo como: “No, yo no escribí esa carta, se equivocan” y la historia terminaría allí. Evan podría haber dicho la verdad cuando se presentó la oportunidad, pero si lo hubiera hecho, no sería Evan.

De nuevo: su personaje es la tragedia.

Además, la narrativa y él mismo son totalmente conscientes de que lo que está haciendo no está bien. Ya avanzado el libro, cuando la mentira ha crecido mucho, se llama a sí mismo “monstruo” y en general se nota cargado de culpa.

Luego está el hecho de que besó a Zoe, su interés romántico, sin su consentimiento, y que más tarde se vuelven pareja. Sin embargo, él lo hace por un impulso del que se arrepiente al segundo, y no le viene a Zoe con nada de “No se lo digas a nadie” o “No fue para tanto”. No, entiende que lo que hizo está mal, y ambos superan ese incidente.

También deberíamos tener en cuenta que Evan es neurodivergente. En el libro no se dice explícitamente, pero por muchos detalles – tener siempre el mismo almuerzo, sentirse distinto, ir a terapia, dificultad para interpretar las acciones y emociones ajenas – podemos deducir que es autista. Esto obviamente no justifica todo lo que hace, pero sí hace más fácil entender que los problemas que tiene le son más difíciles que si fuera neurotípico.

Para finalizar, algunos de los demás personajes tampoco son ángeles. Jared se la pasa haciendo comentarios insensibles, intenta y logra ganar dinero con la muerte de Connor, vendiendo chapas con su cara, y es el que empuja y ayuda a Evan a meterse más en la mentira en algunos momentos. Alana está tan centrada en sus propias motivaciones que parecen no importarle los sentimientos de Evan. Por no hablar del padre de Evan, que los abandonó a él y a su madre cuando era niño y que vive ignorándolo. 

Como he dicho, los personajes se sienten humanos, y los humanos somos complejos. Todos cometemos errores y a ninguno se nos puede catalogar de “héroe” o “villano”. Cerca del final del libro, Evan vuelve a encontrar a Jared después de meses sin hablar, y dice que la moraleja que saca de ese encuentro es que, al final del día, “Jared Kleinman tenía corazón”.

Connor Murphy

El gran ejemplo de esto, creo yo, es quien empieza esta historia: Connor Murphy, el que, por su suicidio, pone en marcha la trama.

A pesar de no estar vivo en la mayoría del libro, sigue presente. No solo se habla mucho de él, sino que el propio libro comienza con sus palabras – aunque no estén firmadas, es fácil ver que son suyas – y de tanto en tanto tenemos capítulos desde su punto de vista en los que reflexiona sobre su vida; en mi opinión los más interesantes.

Explica varios sucesos que, desde un punto de vista exterior, lo pintan como un desastre, una mala persona incluso, una imagen horrible de un chico rico, drogadicto y violento. Pero pronto se ve que es un muchacho con problemas y que, aunque no fue un santo, nadie lo es. Igual que todos los demás personajes, tenía corazón.

Conclusión

Y esa es la gran moraleja del libro, creo yo. Que todos tenemos algo bueno, algo que se puede redimir, y que muchas veces, cuando parecemos desalmados, bastaría escucharnos un poco para ver que somos humanos. Gracias por leer. Un saludo, hasta la próxima... y abandono la escena.

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